Unos minutos más y el Director Ejecutivo del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria-PRONAA, Dante Mendoza Antonioli, hubiese sido sacado en burro fiel a la usanza campesina, porque su presencia no resultó nada grata para medio centenar de campesinos y estudiantes del caserío Redondo, en el distrito de Cachachi, provincia de Cajabamba, donde el pasado martes, 115 alumnos de la institución educativa N° 82311 resultaron intoxicados muriendo tres niños, al consumir un almuerzo con alimentos donados por la institución estatal.
Dado el alto grado de sensibilidad de los campesinos de aquel caserío por los tristes sucesos, el alto funcionario llegado de Lima, no midió la reacción de los pobladores de esa castigada zona olvidada por los sucesivos gobiernos de turno, y tras reunirlos en el colegio, empezó a ensayar unas explicaciones de la tragedia, desconociendo que la gente ya conocía el pronunciamiento de la ministra de la Mujer y Desarrollo Social, Aida García Naranjo Morales, sindicando a una madre de familia como la persona que manipuló los alimentos en un recipiente con veneno.
Luego de breves minutos las madres en su mayoría empezaron lanzarle insultos y a empujones lo sacaron del lugar, sin que Mendoza opusiera resistencia, y más bien cambie de semblante.
Sin la protección policial, el director ejecutivo del PRONAA, fue conminado a marcharse, pero antes le advirtieron que en adelante no querían recibir ningún alimento de aquella institución “que mata niños”.
Entierro
Se prevé que hoy una multitud acompañe los restos mortales de los tres niños fallecidos, que son velados dos de ellos en la casa comunal y el tercero en su vivienda.
En la escuela donde se produjo el tragedia, la cocina y el almacén fueron clausurados por la policía mientras se realizan las investigaciones, aunque algunos platos quedaron con restos de comida que los niños dejaron conforme fueron sintiéndose mal.
