La muerte del científico Pablo Enrique Sánchez Zevallos, que alcanzó notoriedad internacional con su proyecto del Poncho Verde, sembrando de árboles los cerros cajamarquinos, cogió a todos por sorpresa, y la reacción inmediata fue de una total consternación.
Sánchez, fue Ingeniero Agrónomo de profesión, maestro universitario, rector de la Universidad Nacional de Cajamarca, impulsor del centro artesanal Aylambo, del Silvo Agropecuario, de Aspaderuc, del Consorcio Interinstitucional para el Desarrollo de Cajamarca (CIPDER), entre otras tantas ocupaciones.
La política, no fue ajena a su quehacer científico, fugaz representante regional por Cajamarca en la ya desaparecida Región Nor Oriental del Marañón, fue asesor de varias municipalidades distritales y provinciales, incansable luchador por el medioambiente y el buen uso del recurso agua.
En mérito a su indesmayable dedicación a proteger el medio ambiente, fue galardonado con el Capulí de oro, otorgado por la Municipalidad de Cajamarca en la gestión de Luis Guerrero, además de las Naciones Unidas a través de la FAO.
Golpeado por los años, últimamente se había retirado de toda actividad pública, y aunque se conocía de una enfermedad pulmonar, nadie esperaba un desenlace tan rápido.
Una clínica limeña lo acogió los últimos días, y su retorno en un féretro mereció un recibimiento espectacular. Sus restos mortales son velados en el ex local del Centro de Idiomas, y desde allí partirá al descanso eterno.
