Sigilosamente, alrededor de la 1:30 de la madrugada cuatro encapuchados fuertemente armados, ingresaron a la vivienda de una sacrificada campesina, y la acribillaron a balazos frente a su esposo.
Tres balazos rompieron el silencio de la noche, cuando los criminales irrumpieron en la vivienda de Luzmila Sangay Saucedo (62), para exigirle el pago de mil soles; pero antes habían maniatado a su conviviente Francisco Aquino Bardales, quien suplicaba no le hagan daño a su compañera.
Pese al clamor y al no obtener respuesta para la entrega del dinero, uno de los maleantes sacando a relucir su pistola, le disparó directo a la cara, pecho y mano, dejándola tendido en medio de un charco de sangre, ante la impotencia de su marido.
Consumado el crimen se perdieron en la oscuridad de la noche, y minutos después por el estruendo de los disparos varios vecinos de hicieron presente en el lugar de los hechos solamente para constatar el crimen.
Las primeras versiones, precisan que el móvil del asesinato habría sido provocado por la posesión de un bosque, y la posterior venta de los árboles de pino que es muy cotizado en el mercado local; y la exigencia del pago del dinero sería sólo la pantalla del alevoso asesinato.
La policía cajamarquina inició inmediatamente las investigaciones para dar con el paradero de los criminales, teniendo en consideración la descripción de su apariencia física proporcionada por el esposo.